It's not poison, it's pirate juice!

--"Me gusta reír. Me río casi de todo. Hago muchos chistes malos. Mi sentido del humor es un poco raro. Algunas cosas que a casi todos le parecen graciosísimas a mí me dan mucho sueño. Los que no se dignan a tratar de conocerme no me han visto reír. A veces mi risa es sádica. Mi risa sádica suena muy bien, da un buen efecto de "Esta pelada es una psicópata y quiere descuartizarme". Me río sádicamente luego de tratar de perturbar a la gente. Es desestresante, divertido. Aunque... la gran mayoría de las veces lo hago sin darme cuenta, para expiar rabia acumulada.
Perturbar a la gente es más o menos fácil. Depende de lo predecible que sea el sujeto. Con algunos nunca funciona, se dan cuenta de que es una broma, un truco; porque no tienen miedo. Algunos son tan herméticos que es casi imposible encontrar como perturbarlos. Con otros siempre funciona. Es gente con muchos miedos, muchos prejuicios, mucho ego. Es cuestión de mostrarles en lo que temen convertirse.
Pero hay que tener cuidado. Hay gente que reacciona de forma muy impredecible. En esos casos es bueno correr. A menos que la tarea de perturbar se haya llevado a cabo con el expreso propósito de ser golpeado. Yo solía hacerlo. Aunque ahora hay gente que reduce mi esfuerzo gracias a que sólo necesito pararme enfrente de ellos para recibir un buen calvazo.
En esos momentos hay que sonreír. Porque es más perturbador reír que llorar. Sobre todo cuando el método de perturbación consiste en reventarse el labio con una cuchillita y reír como poseso, mientras la sangre gotea de la barbilla hasta el piso. Se ve patético, con negrita, cuando el que hace algo así llora. Es justificable pegarle, por llorica ridículo. Pero si ríe, la gente queda en jaque. No es lógico que alguien ría tras rajarse el labio por la mitad, cuando el dolor es fuerte y las razones para hacer algo de ese estilo deben ser igual de angustiosas. No es un acto comprensible... perturbar y asombrar son sólo las dos caras de una misma moneda.
No nos digamos mentiras, uno paga para ser perturbado. Para ver una película gore, para entrar a una corrida de toros, para alucinar con mundos terribles. Somos unos malditos estúpidos masoquistas. Perturbar a otros es aún más aterrador. Los escrúpulos con los que vivimos evitan que destruyamos haciéndolo. Y nuestros miedos.. siempre los miedos, a quienes les pertenecemos.
Por eso digo que se perturba a otros cuando se pierde el control. Cuando la rabia causada por el miedo y el dolor supera a estos mismos. Entonces se cae de nuevo en lo anterior. Otro círculo vicioso. La vida misma, otro sucio círculo vicioso, de jugar con los otros. Lo único que sirve es no tener miedo. Aunque... ya no queda de esa clase de hombres y mujeres en la tierra.
Por ahora, sólo río. Y hago mi mejor esfuerzo. Sin embargo, tengo tanto miedo..."--