domingo, marzo 08, 2015

Topografía del Valle de Aburrá







Siempre he estado rodeada por montañas. Vivo en un valle estrecho, con montañas flanqueando ambos lados. La ciudad ha ocupado todo el valle y ha subido por las laderas de sus montañas. Casas y calles, mientras más arriba más frías y más pobres, han sido construidas hasta las cimas. Ahora tienen que empezar a descender por el otro lado, alcanzando otros valles. Esos valles también son estrechos, porque esta ciudad fue fundada en medio de una cordillera y hay que manejar por horas y horas antes de alcanzar algún lugar verdaderamente plano. E incluso entonces se ven en el horizonte, verdes oscuras, grises oscuras, siempre cubiertas por una niebla que desciende arrastrándose, arrastrándose, y en la ciudad se mezcla con los carros y las fábricas y deja una capa pegajosa sobre todo lo que toca. El valle encierra esta niebla repugnante y yo recomiendo lavarse la cara con frecuencia.


No es que sirva de mucho.


La lluvia lava la niebla. Llueve doscientos días al años, porque la niebla y las nubes al final son más o menos la misma cosa. Las quebradas se salen de sus lechos de cemento e inundan los barrios, y la gente trata de mantener sus casas secas a punta de baldes y lloran por sus muebles podridos, pero no por mucho, porque el próximo invierno no está muy lejos y hay que hallar distracciones mientras tanto. Además un luto de un año entero por sofás florales no vale la pena.


El río principal, sin embargo, el que lleva el nombre de esta ciudad, nunca se sale de su curso. Mordisquea sus riveras y se retuerce y gruñe y amenaza con una catástrofe para la ciudad, pero nunca se desborda. Sigue fluyendo, marrón y repugnante, oliendo a huevos podridos.


A veces las fábricas lo tiñen de colores extraños. Rojo vivo, naranjado brillante.


A veces el río arrastra cadáveres.


Vivo en el centro, a trescientos metros del río. Este barrio solía ser un pantano, algunas casas todavía se hunden. No pienso mucho en el río. Simplemente está ahí, como todas esas otras cosas malolientes en esta ciudad que prometemos arreglar algún día. Sólo que no hoy. Después, cuando haya tiempo. Colgaremos luces navideñas sobre el río otra vez y nadie se dará cuenta de que apesta.


En realidad me gusta esta ciudad, a pesar de que es horrible, a pesar de que la mayoría de las ciudades son horribles y ésta es solo un poco peor. Me hace falta cuando viajo. Me perturba la amplitud de los paisajes sin montañas. No puedo tolerar la vastedad, siempre he sentido que las montañas me protegen. Ésta es una ciudad de agorafóbicos.


Cuando viajo suave y velozmente por largas autopistas no puedo evitar pensar en las carreteras serpentinas que llevan a mi ciudad, subiendo y bajando, dando frío y después calor y luego frío otra vez, y siempre un intenso mareo. Vomito en un restaurante barato de carretera, esperando a que pase el recalentamiento del carro o a que alguien remueva el derrumbe.


Me gustaría pensar que las montañas son inmóviles, inmutables. Pero se mueven y a veces se desprenden pedazos que aplastan a la gente y a veces escupen lava y crean un lahar que mata a 25.000.


Sabemos eso. Lo sabemos con tal certeza que mucha gente piensa que el cerro Pandeazúcar es un volcán secreto y el futuro fin de la ciudad. Mi abuela piensa que un gran pedazo de una de las montañas, una que probablemente no tiene ningún nombre, se caerá y bloqueará una quebrada que fluye bajo el centro de la ciudad y entonces todo se irá al infierno.


Tal vez sabemos que esta ciudad está tan podrida que algún dios podría destriparla con un dedo, al estilo de Sodoma y Gomorra. No sé si lo tememos o lo deseamos.


Pero no va a pasar.


No hay ningún volcán, ninguna avalancha, ninguna bomba nuclear, ninguna catástrofe. Cunas de miseria como ésta tienden a superar las caídas de los imperios que las fundan.


En dos años esta ciudad cumple cuatrocientos.


Por mí, que siga.

viernes, febrero 27, 2015

O




i’ve built myself into a form you can understand

i’ve covered myself in porcelain

dyed my cheeks rosy

curled the snakes in my hair into golden locks

made myself weightless,

so that the earth no longer trembles with my steps

made my smile toothless

so that you no longer fear for your neck at night

cut my hands into stumps

covered with little lace gloves

that can no longer disembowel you




i made you believe that if you leave me

my sadness will turn me into sea foam

that i will not wait for you under the waves

until i see you sail over me

and sing you a song that will leave you

breathless




i made you believe that i only drink honey

and eat forest berries

to keep myself light, translucent, never entirely solid

that i don’t drain men dry

and leave them rock still, paralysed,

with only a vague memory of a heavy weight

on their chests




i made you believe that not only i don’t have fangs in my mouth

i made you believe that i don’t have them in any other place




i made you believe that i’m no wolf, nor viper, nor flood

just a little bird, a harmless flower, a crystalline stream

that will leave you bath in it and won’t give you

dysentery




i built myself into a form you can love

and you can only love me if you can break me

lunes, febrero 16, 2015

P


Estar hecha de carne. No de éter.
No volverse translúcida al pasar entre la niebla.
Ser más densa que el aire.
También que el agua.
Sentir sólidas no solo las fronteras del cuerpo.
Cantar con una voz que no es armoniosa
con el canto de los pájaros.
No sentir ninguna conexión
al caminar descalza sobre la tierra.
Tener una mirada cruel.
Tener amor sólo para unos pocos.
No querer ser la tragedia
que incita al héroe
a adentrarse en la trama.

Ser obligada a ahogarse
en los ríos
que derramaron otros.

lunes, diciembre 22, 2014

Marea alta


Una mujer abandonada
en la playa.
Respira.
Sereno está el mar 
pero la corriente engaña
Éste es polvo hecho
de las entrañas de la tierra
en mis ojos
Cuántas horas
no siento mis dedos.
Respira.
la espuma me roza los talones.
Marea.
Éste es polvo hecho
de las entrañas de mi madre
en mis ojos.
Cuántos días.
La noche.
Las olas me cubren despacio,
minuto por minuto.
Un año entero,
lleno de nada más
que la inmensidad del mar.

Nuestro alivio


Cinco años después
de que le dieras final
a los hechos
condujimos hasta el sitio mismo
pero no lo encontramos
en un respiro
las polillas consumieron
la sábana blanca
queríamos decirte
que te encontramos igual
a como te dejamos
o al menos
que las líneas de los pómulos
permanecían inalteradas
pero no encontramos más
que la tierra húmeda
creemos que es posible
que hayamos conducido

demasiado lejos

viernes, noviembre 21, 2014

Oración al santo patrón de las cosas perdidas


Que las astillas de los huesos de mi tierra,
cuando se claven en mi carne,
me ablanden.

Que los fiambres que flotan en el río,
cuando pasen por mi pueblo,
me arrastren.

Que las caras que imprimen en el diario,
cuando se oxiden por el tiempo,
me acallen.

Que mi nombre en mi tumba tenga
sólo dos letras.

Que en el hueco que me caven
quepan otros veinte.

Que me permita el cielo
no morir nunca
pero no vivir más.

Que me permita el cielo
encontrarlos.

Fantasmas


fantasmas golpean tus párpados
acarician tus labios
no dejes que te conviertan en su casa
al final del día
tus lágrimas solo pueden
salar la tierra

viernes, septiembre 14, 2012

El mar

Suena el mar en mi cabeza
la marea
se desborda por mi boca
y se come las playas de mis ojos
los almendros
de otoño
son refugio pobre
contra la luna
y las flores del olivo
verdes
con aroma de mi saliva
caen y me derriban
pero es mentira
donde yo vivo
no crecen
los olivos
y nunca
he visto uno.