Le enseño con secreta devoción y profundo dolor qué es la venganza. Le enseño a causar el armageddon de sus antes victimarios, a provocar infinitas penurias sin ser siquiera visto. Soy su maestra de artes oscuras, le muestro la necromancia y los tipos de venenos. Oh, el deseo de su alma será ahora consumado en ruina y desesperación para aquellos que lo llevaron y marchitaron sus rosas. Lo que pasa es que me duele, me duelen las hemorragias internas que resurgen cada medianoche. Podría decirse que soy otra víctima, que en el fondo sufro por la ira de aquel que una vez amó... y amé. Aunque duela, esta vez no tomaré sus almas. Que él se encargue. Vivirá más que yo. Se vengará sobre mi sepulcro y caerá al suelo igual que una hoja seca. Luego de que pasen las tinieblas, su muerte será sólo una gota de dolor en la tormenta. Sé que él desconoce quién soy, o quién es él en realidad. He tratado de advertirle, mas no logro soportar sus ojos, esa forma de mirar. Y él ignora, que de las 333 personas que han golpeado su puerta, 288 tienen mi rostro.
1 comentario:
Me preocupa tu insistencia, debes ser el destino golpeando a la puerta como diría uno de mis maestros...
Con respecto al resto... "la rosa resurgió"
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