lunes, diciembre 28, 2009

En la horca lo que te mata es la ruptura del cuello, no la asfixia

No sé si usted ha tenido la sensación de conocer a su némesis. Esa persona que sólo le da dos opciones: O que usted acabe con ella o que ella acabe con usted. Esa persona que usted mira a los ojos y ve en ellos todo lo que usted ha vivido para temer y odiar. Sin embargo, usted está consciente de que en realidad esos ojos también son los suyos. En el fondo usted admite que no está viendo un enemigo, está viendo lo que por razones oscuras y decisiones propias usted no llegó a ser. Se está viendo a usted mismo plasmado en un mundo que escapa a su mente.
Esa persona, sí, intrigante, repulsiva, atrayente, maldita. Va a traer desdichas a su vida. Vive para destruir lo que usted desea construir. Por sus sueños, por sus ideales, ¿Por qué no destruirla? O al menos ir a un sitio lejos, muy lejos de ella. Ah, pero la fascinación permanece, ¿No es así?
Aunque la odia, aunque la aborrece, hay un vínculo que no puede cortar. Las esencias son iguales. Tal vez usted decida ser prudente y cuerdo, una persona normal, y caminar en la dirección contraria. O tal vez elija ese demoníaco atractivo que no puede evitar. Él, ella, tiene muchas más cosas en común con usted de las que podría imaginarse. No sería extraño que se convirtiera en su mejor amigo, o en su amante.
¿Cree que después de todo lo que he dicho podrá salir bien parado de esa relación? Porque usted va a arrastrarse por lugares dentro de su alma que desconoce completamente. Lugares sórdidos, lugares iluminados, lugares a los que solo puede hacerlo llegar alguien que nunca podría ser como usted. Nunca podrán a volver a ser los mismos, ni usted ni su némesis. Desde el momento en que ninguno de los dos huyó del otro, la destrucción mutua quedó asegurada. Ha sido desde el principio una partida de ajedrez, una bastante cruel.
El odio llegará porque siempre ha estado ahí.
Es una criatura repulsiva, no se parece a usted. Nunca podrá. Es un peligro. Lo amará, lo odiará y sólo Satán sabe hasta dónde llegará esto.
Están hechos para herirse.
Lo odia, no lo odia. ¿Lo odia? Sí, lo odia.
Retroceder es imposible.
Todos los caminos llevan al infierno.
Bang! Lo odia. Bang! Mátelo.
Siéntese solo con la pistola ardiendo, con los restos de pólvora en la manga de la camisa. Usted es apenas esa otra posibilidad de todos los demás, lo que ellos podrían ser bajo otras circunstancias. El juez va a sentenciarlo, tras mirar dentro de sus ojos (Ojos asesinos, ¿Son distintos a los otros?). Probablemente vea la verdad. Quién sabe, tal vez se encuentre a sí mismo siendo el criminal. No lo dirá y no lo exonerará, el juez no es tonto.
Mírese usted a los ojos. ¿Desde cuándo es un asesino, un despojo humano? ¿Siempre lo fue? Culpa de su padre, dice su madre. Culpa del ácido, dice su padre. Culpa del trastorno paranoide, dice el loquero.
Mire los ojos fijos e inertes de su némesis. Es tan parecido al suicidio lo que usted ha hecho…
Mire a la muerte lamiendo los cadáveres en el patíbulo. Mírela riéndose de usted. Mire una y otra vez los pecados de su némesis.
Míreme y dígame quién está loco. ¿El mundo o yo? Míreme cuando me pasen la cuerda al cuello y dígame que hay algo en usted que lo detiene de ser yo; o de ser ella, mi víctima.
Trate de jurarlo, trate de no bajar la vista. Trate, trate y trate, pero no puede evitar SER como yo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz año nuevo...
Una vez vi un prgrama en de History y el problema lo resolvieron con una ecuacion entre el peso del condenado y el largo dela cuerda... de esa forma ningun condenado logro volver a escapar de este mundo de una forma fugaz si no qeu agonizaba mientras sentia como la vida se le escapaba como el aire de los pulmones.

La entrada tiene un aire romántico lo sabiás?

N.N. dijo...

Aun asi podria no ser la asfixia, seria la opresion a las venas. xD.

Si, lo se... Es buena asi.