
Expectantes, viendo las horas apestarnos en un ataque invernal del clima.
De cuando a acá hace frío? De cuando a acá hace calor?
Cuántos somos?
Una vez conté y éramos siete.
Eso fue hace mucho. Ahora somos menos.
A veces me pregunto que pasaría si uno de nosotros muriera. Me pregunto si iríamos al entierro, si lloraríamos.
Si yo lloraría. Si se descubriría que soy un ente insensible o si me daría miedo llorar ante los otros. Porque, ome, antes yo era la conciencia podrida. La vista al lado oscuro del planeta.
Y eso fue hace mucho. Las cosas cambian, la gente cambia, la gente se va. Y yo ahora he cambiado, y suplo puestos. Feliz y perezosa. Y ome, si yo lloro, Quién va a hacer chistes fuera de lugar? Quién va a decir "Relaajese que esto se arregla"?
Ya dije que ya no somos siete.
Nadie se ha muerto. Los que se fueron... un día se fueron. Unos dicen que están, no están para mí, solo sus cuerpos meditando vacíos en el mismo pedazo de cemento recalentado. Otros llegan y amenazan con que se van a ir.
Cuando ya no seamos, cuando ya no estemos aquí, nos va a seguir importando?
Si uno se muere, después, nos va a seguir importando?
Hubo un tiempo en que estuve convencida de que me olvidarían en más o menos quince días.
Soy menos pesimista en estos momentos.
En el fondo nada cambia. Nuestro sentido del humor es completamente tarado, y asii es que es bueno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario