domingo, abril 12, 2009

Un chorro de sandeces


Hubo un tiempo en el yo tenía una inútil obsesión por odiar cosas. Odiaba los french puddle, los tacones, los emos, el shojo, el cine colombiano, las ensaladas de repollo, tomate y mayonesa, casi todos mis vecinos, a mí misma, las comedias románticas, las tilapias, multitud de canales de televisión, personas, lugares, revistas, bandas, perfumes melosos, animales, tics, páginas de internet, celebraciones... puedo seguir.
Hasta que me di cuenta lo idiota que estaba siendo sintiéndome uno de los pocos seres sensatos del mundo, y decidí dejar de odiar cosas simplemente por el placer de odiar algo. ¿Y para qué? Ahora escucho música que detestaba, me visto como me da la puta gana y puedo estar más cómoda. No me encasillo. Eso no cambia que mucha gente me deteste, pero ahora me divierte en vez de contrariarme.
(Pero la ensalada de tomate, repollo y mayonesa me sigue pareciendo simplemente repugnante, y tengo la desgracia de que sea una ensalada asquerosamente común)
Estoy escribiendo tonterías. Demasiado tiempo libre, se va convirtiendo en mi
catch phrase, como "Qué deformidad" y "Yuca". Estoy feliz, y me acusaron de estar loca por estarlo (También me han dicho loca por no estarlo, y dicen que la incoherente soy yo). He decidido que no todo puede ser mi culpa, y que todas esas mierdas que escribimos acerca de que "Somos especiales por eso no podemos/ Estamos destinados a " son sólo eso, mierdas para justificar que no entendemos, que nos rendimos antes de empezar, que somos unos idiotas perezosos que se creen José Asunción Silva.
Somos tan idiotas que no nos dimos cuenta que la pasábamos llorando por haber sido derrotados por molinos de viento, cuando nunca tuvimos que desenvainar las espadas. Siempre hemos tenido la fuerza para decapitar dragones, pero preferimos quedarnos en los molinos.
Nunca estuvimos desahuciados. Nunca fuimos débiles. Nunca nuestros enemigos fueron mejores.
Pero nunca fueron tan holgazanes.
Y ahora me doy cuenta de que la persona con la que más hablo es la única que no trata de juzgarme. Es mi héroe, extrañamente. Y yo soy una idiota que trata de no serlo tanto, y sigo buscando, preguntándome constantemente si llegaré a ser la heroína de alguien.
No lo sé y nunca lo he sabido.
Prometo que esta vez voy a ser un poco mejor. (Creo que ya he dicho cuánto siento ciertas cosas, pero en caso de no haberlo hecho, lo repetiré cuántas veces sea necesario. Lo siento muchísimo).

4 comentarios:

Germán dijo...

Una guerra perdida antes de empezada.

N.N. dijo...

Reenfoco mis enemigos.

Santa dijo...

Me acordé de varias cosas existenciales no-importantes:

1. Yo me leí el perfume hace ya unos meses y me gustó.

2. Tengo demaciado tiempo libre.

3. Estoy mirando demaciado el techo.

4. Si, tengo mas blogs que tu, pero uno lo cerré temporalmente.

Bueno, espero que vuelvas a publicar entradas sobre cosas útiles o relatos... ya me hacen falta.

N.N. dijo...

Utilidad...