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Esta mañana me desperté al sentir un objeto duro y redondo pegado a mi pierna. Lo arranqué, era una moneda de quinientos. Sentí otro objeto duro cerca, el cual resultó ser un pedazo de un lapicero morado con el que traduje una canción anoche (Demasiado tiempo libre...). Traté de volver a conciliar el sueño siendo interrumpida mi labor por monedas heladas y trozos de plástico rugoso que deposité en desorden en mi caótico nochero, encima de unas páginas sueltas que casi hacen caer los incómodos objetos.
Miré hacia arriba, al reloj blanco y cuadrado que cuelga encima de la cabecera. El ángulo y el diseño abstracto del aparato me impidieron conocer la hora con exactitud, sin embargo era algún momento entre las nueve y las once y pensé que era tarde a pesar de no poder decir para qué era tarde. Con esto la expresión de tarde perdió todo el sentido. El aire olía a agua sucia y me dormí de nuevo.
Hoy por la tarde, después de mi mediocre almuerzo que igual me comí (Para no desairar a mi yo cocinero, o por alguna razón sobrenatural fuera de mi comprensión), me puse a escribir esto. Mi cuerpo entre las cobijas había destrozado al pobre bolígrafo morado, llevándome a una búsqueda de implementos de escritura que terminó con un marcador celeste que encontré al lado del lavamanos y que terminó siendo usado para esbozar estas palabras cuya utilidad es nula.
El aire huele a canela y a aire de costa.
Miré hacia arriba, al reloj blanco y cuadrado que cuelga encima de la cabecera. El ángulo y el diseño abstracto del aparato me impidieron conocer la hora con exactitud, sin embargo era algún momento entre las nueve y las once y pensé que era tarde a pesar de no poder decir para qué era tarde. Con esto la expresión de tarde perdió todo el sentido. El aire olía a agua sucia y me dormí de nuevo.
Hoy por la tarde, después de mi mediocre almuerzo que igual me comí (Para no desairar a mi yo cocinero, o por alguna razón sobrenatural fuera de mi comprensión), me puse a escribir esto. Mi cuerpo entre las cobijas había destrozado al pobre bolígrafo morado, llevándome a una búsqueda de implementos de escritura que terminó con un marcador celeste que encontré al lado del lavamanos y que terminó siendo usado para esbozar estas palabras cuya utilidad es nula.
El aire huele a canela y a aire de costa.
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Una vez me puse a pasarme todo Crash Bandicoot 3 "Warped" con otras dos personas. No éramos muy buenos, y no teníamos memory card, apagar la consola equivalía al doloroso fin de todos nuestros esfuerzos. Nos turnamos felizmente, empezando a las 8 a.m., apenas parando para comer.
Pasamos al cuarto "Boss", la cuarta pelea como es más fácil decirlo; porque es muy similar a la segunda de Lylat Wars (Yo tengo un Nintendo 64, todavía de mi propiedad y en pleno funcionamiento, ellos tenían un Play 1), y yo orgullosamente tenía el método para vencerlo.
Entonces supimos la realidad. Sólo nos faltaban cinco mundos para la línea final, el momento definitivo, la gloria eterna, la gran contienda contra el mancito de la N (Neo Cortex, pero con nuestros precarios conocimientos de inglés así sonaba más simpático).
Tras dos o tres mundos ocurrió la desgracia. Uno de nosotros por accidente y torpeza desconectó la consola. Abatidos, pero no deprimidos, salimos a la calle a inventar algún juego extraño relacionado con espectros, brujos y viajes en el tiempo.
Pasamos al cuarto "Boss", la cuarta pelea como es más fácil decirlo; porque es muy similar a la segunda de Lylat Wars (Yo tengo un Nintendo 64, todavía de mi propiedad y en pleno funcionamiento, ellos tenían un Play 1), y yo orgullosamente tenía el método para vencerlo.
Entonces supimos la realidad. Sólo nos faltaban cinco mundos para la línea final, el momento definitivo, la gloria eterna, la gran contienda contra el mancito de la N (Neo Cortex, pero con nuestros precarios conocimientos de inglés así sonaba más simpático).
Tras dos o tres mundos ocurrió la desgracia. Uno de nosotros por accidente y torpeza desconectó la consola. Abatidos, pero no deprimidos, salimos a la calle a inventar algún juego extraño relacionado con espectros, brujos y viajes en el tiempo.
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Alguna vez, como es costumbre mía, cité una canción. Esa canción, por cierto, es una preciosa canción acerca de ángeles caídos y humanos perplejos y algunas otras cosas. Alguien me vio citarla y en otra ocasión me preguntó en voz baja mientras la ponía, "¿Te gusta, cierto?". Asentí, y la cantó. La cantó estremecedoramente, casi con perfección, recordando su voz un poco a ángeles caídos y a algunas otras cosas. Yo no dije nada, no entendí.
No sé si ahora entiendo. A duras penas volvió a sonreír aquel día.
No sé si ahora entiendo. A duras penas volvió a sonreír aquel día.
3 comentarios:
Utilidad.
Yo creo que te había contado mi odisea fallida con Crash Bandicoot.
Wish you had been there.
Verificación. Funfola!
Freebird*
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