Y los peces luminosos que corren paralelos al río insondable. Y los cangrejos de plástico eterno que flotan sobre las aguas fétidas (¿Alguien los ve? Sé que están ahí). Y las olas de chispas de tungsteno que bañan las lomas ancestrales. Y las sombras como espuma, como agujero, como cadáveres hinchados en los recovecos de las laderas (¿Los veo? Pero rondan mi retina). Y el fuego que enciende la hierba yerta bajo los puentes húmedos (¡La ves! La ves quemándome las pestañas).
Conozco el miedo que doy cuando bajo la cabeza, levanto los ojos y digo con sonrisa quebrada... blaaancaaa... y entonces me río, con espasmos cortos, más alto, ¡más alto!... más cerca y luego el retroceso...
Y si le tuviera miedo a los bichos los mataría con Baygon.
Y si le tuviera miedo a los asesinos cerraría con cinco llaves.
¿Y si le tengo miedo al incienso de vainilla, qué hago?
Muérete, mátame, arráncame la cabeza, mátalos, mátate, mátame.
No importa cuánto más rápido corra al vestíbulo, no garantiza que me abran la puerta.
Mátame, mátate, mátalos, arráncame la cabeza, mátame, muérete.
Huyo porque soy cobarde, te odio porque soy egoísta, miento porque me da la puta gana.
¿Y tú me ves?
Pregunta estúpida # 564, cómo vas a verme, es inaportante.
Soy inaportante.
Siempre estuvimos de acuerdo, soy un inaportante estorbo.
Lloro porque soy de vidrio, muerdo porque tengo rabia y todo porque eres inevitable.
Haces con mi vida tu santa voluntad, y me haces miserable.
miserablemiserablemiserablemiserablemiserablemserablemierda, como una rata de alcantarilla en un cubículo hermético.
Y, finalmente, perdóname.
2 comentarios:
Y quien inspira eso?
Es algo un poco complicado.
Como de costumbre, le voy a echar la culpa al gato.
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