Busco encontrarme con gente desconocida en lugares conocidos. No espero entender a nadie, he comprendido que no debo desgastarme por ello. Ya no soy tan consciente de mi anormalidad. Sólo cuando estoy sola, afuera, mirando. Pensando en qué piensa la gente y sabiendo que nunca podré saber si les inquietan las mismas cosas que a mí. Pensando en la estupidez que aparentan, y como ya no me molesta. Quizá me conforme un poco, quizá no quiero tratar de secar el océano con papel de cocina.
Todas las noches recuerdo que en el cajón con llave hay un saco de terciopelo escarlata. Dentro de él, un pañuelo ensangrentado y una botella de perfume rota. Pero nadie, ni siquiera yo, sabe dónde está la llave.
M crea un amor imaginario, lo usa, lo saca y él no duele. Se enamora de un tipo real, y ahora le tiene que terminar al maldito fantasma que, sin doler, envuelve su pecho todas las noches con aquellas cosas innombrables de los seres imaginarios. A los fantasmas se los mata convenciéndolos de que son felices. La desdicha es su sangre y se seca como polvo desértico.
Todo lo que a usted le digan sobre el amor no puede ser cierto. De esas cosas no se puede hablar ni sobrio ni despierto. Cuando uno sabe lo que está diciendo se arruina. Todos saben cuál es la esencia del problema y cada uno le da su nombre propio. Yo no sé ninguno aparte del mío. Las hormigas caminan por mis antebrazos y usan la translucidez de mi piel como carretera.
H se reproduce como las bacterias cuando se oculta el sol. Sus hijos, clones, asesinados al nacer, se pudren bajo el piso de una fábrica de colchones cuya ubicación es secreto nacional.
En las noches la realidad se disuelve. Entre las 12 y las 4 nadie sabe qué hizo con exactitud. Todos tienen una jodida idea, pero si uno se pone a averiguar habría sido lo mismo si los hubieran abducido los extraterrestres.
V no sabe lo que hizo en la noche del 30 de abril de 1999. Pero sabe que aquello que hizo cambió su vida. Pronto se cumplen once años del suceso y todo lo que recuerda es una botella de whiskey añejo y un gato gordo que abría su mandíbula con dientes puntudos para comenzar a hablar sobre la calidad de las cosechas de vino del '72.
En la noche del 4 de octubre de 2007, X caminó hacia su casa sobre piedras blancas y hojas secas. Mientras andaba, las luces de la calle titilaban hasta apagarse con un chasquido y un chorrito de humo. Entonces supo que lo que pasara de ahí en adelante dejaría de tener valor de realidad. Todo fue bueno, a partir de esa noche, pero nada de eso pasó alguna vez. El 29 de febrero de 2008 X vio como una ambulancia se chocaba contra un bar vikingo. Un paramédico saltó fuera de la ambulancia aplastada con habilidad felina. Los intestinos colgaban fuera de su estómago. Anduvo con paso erguido hacia X, quién quería ser médico así no lo fuera en la realidad. Sonrió. X sabía por que sonreía. Se desplomó de repente y cayó sobre X, quien mirando las luces en las ventanas encenderse entendió que todo lo que pasara luego sería verdadero, jodidamente verdadero.
Nadie se da cuenta cuando cierra los ojos. O si los cierra. O si los vuelve a abrir. Si le cosen los ojos al dormir y vuelve a abrirlos antes de despertarse.
L duerme sobre su escritorio, al lado de su máquina de escribir. Sus ojos son negros y pétreos como los de playas tristes. Al lado de una de las patas de la silla está un escarabajo retorciéndose de espaldas, con una aguja atravesando sus alas, incapaz para siempre de dar media vuelta. L a veces se levanta, sonámbula, con sus ojos brillantes como lagunas de bosque espeso. Vuelve a la silla y sigue en su sueño. En una de esas veces se mete al baño, aún sin despertar, se ducha y se acuesta desnuda en el piso marmóleo. Se despierta tiritando en un charco diáfano, incapaz de dar media vuelta.
3 comentarios:
Yo suelo aislarme, necesito etsar solo cada tanto para acordarme de quien soy... sino empiezoa abasorver y a ser como la gente con la qeu interactuo.
Hay muchas cosas que la otra gente no puede contestar.
Y hay veces en que uno apesta tanto que da sueño ser como uno.
Y entre todos los yos, nadia sabe responder cuál es el correcto...
sé que suena estúpido... "pero, yo soy yo".
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