martes, marzo 11, 2008

Anoche, mientras el Cuervo dormía...

Un golpe me saca de mi profundo ensueño. Sin duda alguna no fue el riff de Cemetery Gates lo que me despertó. Con los ojos entrecerrados miro la hora. 3:00 a.m. Maldición. Dejé la grabadora sonando. Dejo la mediocre novelita de misterio a un lado y camino trastabillando hasta la ventana.
Encuentro sin sorpresa que solo la oscuridad me mira desde el otro lado del vidrio, expectante, como siempre.
Seguro era un murciélago. O un transeúnte. No sé, cualquier cosa, mejor no me preocupo más por el asunto. Apago de un golpe la grabadora. Me siento en la cama con la cabeza entre las manos, pensando en mi conjunto de problemas irreales que no solucionaría.
Cierro los ojos y escucho el piano. Triste, potente y doloroso. Escucho tu voz, apacible. Escucho tus pasos, acercándose. Incluso siento tu respiración a mi lado. Sé que ahora tu mano se acerca a la mía...

Abro los ojos.

La oscuridad ríe a carcajadas porque yo me sonrojo por mi alucinación momentánea.
¡Maldigo a Poe! Maldigo a Poe por inspirar tan patéticas ideas en mi pobre mente. Al menos fueron sólo eso, ideas.

¡Ideas que me hacen despertar a los vecinos gritando ¡Nunca Más! hasta el amanecer!

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